lunes, 18 de febrero de 2013

Los Persistentes

La noche me incita al insomnio, la neblina me inspira. Mi mente comienza a viajar, desconozco el rumbo que tomará, pero dejo que fluya, libre, sin ataduras.


Atravieso el corazón de la jungla de cemento, observo los rostros de sus grises habitantes, las sonrisas apagadas de los niños, las pantallas omnipresentes.
Me detengo en un local, tenuemente iluminado. Ingreso en una puerta que está entreabierta, no sé adónde me estoy metiendo.
De repente, ya no estoy más allí.


Un callejón, tenuemente iluminado, escalofriante y desconocido. Una mujer huyendo. Observo la escena sin poder comprender qué pasa, dónde estoy.
Hay humo, mucho humo, al final del callejón. Desde esa bruma inquietante emergen cinco siluetas. Siento un puño golpeando mi rostro.
No fue una simple trompada, sentí algo metálico en esa mano, fue como si hubiese recibido un mazazo.


Tendido en el suelo, con sangre brotando de mi boca, aturdido, pude observar a esos cinco personajes que perseguían a aquella mujer. Vestían atuendos negros, camperas de cuero rojas, antiparras plateadas con visores láser y usaban brazaletes de un color azul eléctrico que brillaba intensamente al ser bañado por las luces de neón.


Atrevido e inconsciente, quizá producto del atontamiento que me produjo el golpe, les pregunté: ¿quiénes son ustedes? Uno de los tipos dio un paso adelante y, descubriendo sus ojos, me miró fijamente, con una mirada penetrante cargada de odio y locura. Exclamó roncamente una frase. Su voz era un estruendo que cortaba la noche, una especie de rugido surrealista que jamás podré olvidar. Ese tipo me dijo: “somos Los Persistentes, guerreros sin tiempo, sedientos de poder, monopolizamos la sangre, devolvemos el fuego a las ciudades que han perdido su alma, purificamos la existencia...”.


No sé por qué todavía seguía vivo. No sé por qué sentía que ya había visto gente así, situaciones similares. Pero, ¿fue en peliculas? ¿en las páginas de un cómic? ¿visualizando en mi mente la historia que narraba alguna canción de heavy metal?
Vuelvo a situar mi mente en tiempo presente, cierro los ojos y los abro, pero aún sigo allí, tirado y dolorido en ese callejón abandonado. Me pongo de pie y decido seguir caminando, en dirección hacia donde Los Persistentes habían continuado su salvaje marcha.
Una mujer está en peligro. No debería involucrarme ni hacerme el héroe, pero no puedo evitar avanzar hacia el peligro, la adrenalina me está dominando. De todas maneras me pregunto, ¿dónde estoy?
Al salir del callejón y doblar en la esquina, me encuentro una calle desierta, un viejo empedrado, llena de baches y charcos. Contemplo una escena que parece digna de una película, pero todo esto sucede frente a mí, aquí y ahora. Los cinco sujetos, Los Persistentes, rodeando a la mujer, una bella dama que no debe tener más de 25 años, rubia y agraciada. Puedo ver el temor en sus ojos, y sé que de alguna manera ella percibe mi presencia.
No sé que harán con ella. Quizá pretendan violarla. Quizá pretendan matarla. Quizá pretendan asustarla. No hay manera en que yo pueda defenderla, estos tipos son como pandilleros-guerreros futuristas, no dudan en sus convicciones, no dudan en usar la fuerza, sus acciones delimitan su ley.
Transpiro nervioso, miro a la joven mujer y siento que debo hacer algo, en cuestión de segundos, el momento es ahora.
Pierdo tiempo en decidirme, no puedo enfocarme, quiero exclamar algo, distraer a Los Persistentes antes de que pasen a la acción. El tiempo parece estar congelado.
De repente, todo se apaga en mi mente, ya no estoy más allí.

Vuelvo a estar en mi hogar, con insomnio, frente a mi computadora, en la húmeda y calurosa Rosario, observando los edificios entre la niebla por la ventana, escuchando la filosa música de Atomkraft que brota desde los parlantes.
¿Qué fue todo eso? ¿Adónde estuve? ¿Por qué volví? ¿Qué habrá sido de esa chica? ¿Los Persistentes eran reales? ¿Toda esa situación tuvo lugar?
El rostro de esa joven mujer me atormenta, no puedo quitar su imagen de mi mente. Sé que desearé volver allí a salvarla, o al menos a intentarlo. ¿Pero cómo podré llegar hasta ese lugar? Mi mente se cae en un vacío profundo, tratando de encontrar respuestas...

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